Fermín Molina Vargas

¿Me preguntas a qué me dedico?

- En verdad de verdad… yo me dedico a ser quien soy, sin saber qué debo hacer para ser quien debo ser en un futuro; siendo que soy, sin saber quién soy ni lo que debo hacer para ser lo que quiero ser cuando ya sea lo que no soy; y , cuando sea lo que no sé si sea, quizá quiera ser lo que ahora soy: ¡Pensando ser lo que quiero ser, sin saber lo que soy!

Fermín Molina Vargas

jueves, 10 de octubre de 2013

EL POLLO PELONGO

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De mi libro de cuentos “Que no es cuento, que es verdad”

"Quien descubre la verdad mata la fantasía y corta el hilo de la gracia"                                
  (Jairo Napoleón Molina Vargas - Biólogo colombiano)


El abuelo tenía una granja donde había un aprisco con  ovejas, cabras y carneros; una piara con cerdos blancos, rojos, negros y fajados; una vaquera con toretes, novillas,  vacas, terneros y un toro; además, un traspatio donde había un gallinero en el cual convivían en completa fraternidad tanto pavos como patos, pollos, gallos y gallinas. Pues bien, allí se vivía en paz y se respiraba sedante tranquilidad y la armonía se paseaba a sus anchas para el disfrute del buen vivir. Pero, cualquier día repleto de brisas decembrinas, cuando el gallo soltaba su sonoro canto demostrando ser amo y señor del corral; cuando las gallinas cacareaban anunciando la postura de valiosos huevos; cuando el imperante  sol se detenía  esperando a los  lentos y retrasados que  jugueteaban con la perezosa  paciencia desesperante; cuando en el aire se respiraban brisas de  soñolienta  modorra y  en el preciso momento cuando el abuelo se preparaba para la siesta, cayó en el traspatio una serpiente jamás vista por ojo viviente; era una serpiente de múltiples colores indefinibles. Aquella serpiente sin tener cabeza, parecía ser calculadora; sin tener ojos, parecía mirar con astucia; sin tener boca, parecía querer morder letalmente; sin tener locomoción, parecía atacar con agresividad.

El pavo mayor, el papá de todos los pavos habidos y por haber, era el encargado de vigilar el corral y sobre él recaía la responsabilidad en todo lo relacionado con la presencia de intrusos y desconocidos en el gallinero; por lo tanto,  armándose de valor, arremetió contra la serpiente con ímpetus inusitados,  voceando y glugluteando la atacaba y repelaba continuamente; y, así, se le unieron  los pavos del corral formando una fogosa algarabía alrededor de la intrusa; era tanta  la  algarabía  que contagiaron de furor a todos los animales de la granja creando una verdadera confusión: Los patos parpaban y graznaban; los pollos piaban, los gallos y gallinas cacareaban; los cerdos gruñían y chillaban;  las cabras balaban,  el toro bramaba, las vacas mugían, los terneros berreaban; el burro y la mula rebuznaban; el caballo relinchaba, los perros ladraban, aullaban y gruñían; mas también, las aves del campo silenciaron sus trinos.

Había en el corral un pollo que  por la escasez de su plumaje  fue bautizado “Pelongo”. El pollo “Pelongo” era pasivo,  tímido, despreocupado, ingenuo y salía poco a la luz del sol porque nadie lo quería, ya que no tenía garbo al caminar  ni vestía bien y,  sin ser inteligente, era un gran investigador; por lo cual, intrigado y con el deseo de saber la causa de tanta algarabía llegó al teatro de los acontecimientos y le preguntó a la abuela de todos los pavos:

-         ¿A qué se debe tanta alharaca, doña pava?

-         ¡No ves que esta intrusa y peligrosa serpiente no piensa marcharse ni quiere moverse de su sitio! ¡Se va o la matamos a golpes! ¡Ella como que piensa engullirse a los pollitos y a nuestros pequeños pavitos! – Respondió excitada la grandulona galliforme.

El pollo “Pelongo” se acercó a la serpiente y la observó detenidamente; luego, volviendo a la manada de pavos pandilleros y mostrando a la serpiente con la punta de su ala,  les increpó socarronamente:

-         ¡Eso no es una serpiente! ¡Eso es el cordón multicolor del vestido de la nietecita del abuelo!

Ante aquella sorpresiva verdad descubierta por el pollo “Pelongo”, todos los pavos callaron, se miraron los unos a los otros pensando que habían hecho el ridículo y sintiéndose desenmascarados, arremetieron  esta vez con nuevos ímpetus, contra el pobre pollo “Pelongo”, arrinconándolo a picotazos; que si no hubiera sido por el abuelo quien actuó a tiempo, separando a “Pelongo” de la furibunda y pavoneada bandada pandillera; aquel día, nuestro pollo “Pelongo” hubiera muerto por entrometido.


Si hallares alharacas, te propongo         
Que te alejes tranquilo y sin mirar;
Pues, no sea que te pase, al indagar,
 Lo que vivió nuestro amigo “Pelongo”

FERMÍN MOLINA VARGAS
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