EL MAL TIEMPO EN MI TIERRA
Y se nos va el mes de septiembre, mes de las tempestades, mes de los caminos intransitables, mes de la postrera siembra, mes de renovadas ilusiones; y, también, se ha ido la luna nueva y con ella el quinto de luna y el cuarto creciente; mientras el campesino, sentado en el viejo taburete bajo la sombra de su árbol solitario y refrescándose con su sombrero vueltiao, extravía la mirada con el puño en la barbilla, buscando en el pizarrón celeste la nube promitente de lluvias.
La tierra es un concreto que suelta el polvo del abandono y el desencanto; ya no hay lluvias, ya no hay siembras, ya no hay trabajo… Sólo han caído unos tres aguaceros en el año y el campo sufre las inclemencias del mal tiempo (mal tiempo porque no llueve, no como dicen los periodistas de los grandes medios informativos, que el mal tiempo es cuando hay que sacar paraguas para la lluvia); y los rebaños deambulando macilentos, flacos; sin pastos ni represas donde aplacar la sed… amigo campesino, se acercan tiempos difíciles para campo, para ti que vives del pan coger, prepárate porque vienen tiempos difíciles… La tierra está cansada, mal tratada
¿Será por la tala indiscriminada? ¿Será por el calentamiento global? ¿Será por la destrucción de la capa de ozono? ¿Será por el fenómeno del niño? ¿O de la niña? ¿Será porque ya se inicia el tiempo de las predicciones mayas? ¿O de las predicciones bíblicas? ¿Será por todos los anteriores?
Hoy, recordando la canción vallenata cantada por “Poncho” Zuleta, titulada “La Profecía” , cuyo autor es Julio Oñate Martínez; que, parodiándola, puedo gritar: “Alerta, alerta caribeño que ya llegó la profecía, lo comentaba Carlos Higgins, que el gran desierto se avecina”; y pienso que nos olvidaremos de las grandes cosechas de tomate, de sorgo, del algodón y dejaremos de sembrar la patilla y el maíz y la yuca y el guandú que llegarán de la gran ciudad mientras miramos el panorama del gran desierto del Caribe.
Como buenos creyentes debemos esperar y pedir a Dios que nos abra nuevos caminos para buscar otras alternativas para el sustento diario.; entre tanto, mirando cómo empeoran los tiempos, se me antoja gritar bajo el insoportable calor del hostil bochorno:
¡Ah mundo, si te viera mi abuelo por un hoyito!
Escribió FERMÍN MOLINA VARGAS