Fermín Molina Vargas

¿Me preguntas a qué me dedico?

- En verdad de verdad… yo me dedico a ser quien soy, sin saber qué debo hacer para ser quien debo ser en un futuro; siendo que soy, sin saber quién soy ni lo que debo hacer para ser lo que quiero ser cuando ya sea lo que no soy; y , cuando sea lo que no sé si sea, quizá quiera ser lo que ahora soy: ¡Pensando ser lo que quiero ser, sin saber lo que soy!

Fermín Molina Vargas

lunes, 17 de marzo de 2014

MARÍA CARNAVAL



Aquella tarde escuchó a lo lejos el delirante himno del carnaval de Barranquilla que convidaba al destierro de perezas enquistadas en la modorra citadina. Corrió a la puerta principal de su casa y se asomó a la calle para contagiarse de la alegría desbordante que trasmitían disfraces y comparsas y brisa jacarandosa y flauta y tambor llamador de la cumbia de Chorrera; dio media vuelta y, olvidándose de las obligaciones cotidianas, entró a su cuarto, buscó desesperadamente en un viejo y respetado  baúl que, entre añejas piezas de románticos recuerdos, encontró lo que ansiosamente buscaba; miró al anhelado vestido y sonrió satisfactoriamente; sacudió y desempolvó el eterno traje de cumbiambera; se calzó unos cómodos y  viejos zapatos de gamuza; engarzó  en sus orejas unos arcaicos y enormes aretes que le llegaban hasta el hombro; se aplicó escandaloso rubor; se pintó los labios con los colores de la pasión; se peinó el cabello dejándose la cola de caballo; se ajustó el sombrero vueltiao recién comprado; se acomodó el antifaz para esconder su identidad; se miró en el espejo y partió, perdiéndose en los delirantes carnavales de mi tierra tropical.

Hoy  me contaron que la vieron bañarse con exóticas espumas en el Reinado del Sirenato del Municipio de Puerto Colombia,  acompañada por ondinas alcahuetes y tentadores pulpos. La observaron revolcando su radiante ombligo en los gérmenes pringados de pelusas propias del afrodisíaco sorgo en el Festival y Reinado intermunicipal del Millo de Juan de Acosta. Se embriagó con el alentador elixir del incitante entusiasmo en la ardorosa noche de Guacherna en La Arenosa. Derrochó energías tejiendo frenéticamente los cadenciosos ritmos caribeños, en el reinado intermunicipal del folclor del Municipio de Galapa. Se envileció  zapateando el pegajoso engrudo del provocativo almidón de la excitación Mocaná, en el Reinado de la Yuca y el Totumo de Tubará. Se confundió entre las bellas candidatas de ondulantes y sugestivas cinturas desparramando sensualidad en el Reinado Intermunicipal de Santo Tomás. Entregó a los marimondas, a la Danza del Garabato y a la del Congo Grande toda la voluptuosidad contenida en el ímpetu de sus impulsos, bailando frenéticamente en la imperativa Batalla de Flores de La Puerta de Oro de Colombia. Se saturó de comparsas y de abrillantados y sudorosos músculos de negros palenqueros en el Carnaval del Sur del bulevar del Barrio Simón Bolívar. La vio la noche de neón y luces multicolores del bajo mundo, hastiada de prohibidos amoríos; Endulzó el mar de su arrebato,  libando el sumo que brota a cántaros de sicalípticas seducciones  en el  Festival de la Palma Amarga  del Municipio de Piojó. El martes de carnaval, se paseó cargando los corotos de la nostalgia y llorando mares de simulación  la muerte del inmortal Joselito Carnaval. Y, el miércoles, extenuada, embadurnada, aparentando ingenuidad, se quitó el antifaz del libertinaje; que, para desterrar el descuido de la cara y el acumulado y apelmazado polvo parrandero, se bañó con detergentes de la quinta esencia; y, buscando redención, como si nada hubiera pasado en su reciente pasado de incontenible locura,  entró al templo  y, en su pecadora y promiscua frente, se puso la sagrada Cruz de Ceniza consagrada.


¡Ah mundo, si te viera mi abuelo por un hoyito!