Fermín Molina Vargas

¿Me preguntas a qué me dedico?

- En verdad de verdad… yo me dedico a ser quien soy, sin saber qué debo hacer para ser quien debo ser en un futuro; siendo que soy, sin saber quién soy ni lo que debo hacer para ser lo que quiero ser cuando ya sea lo que no soy; y , cuando sea lo que no sé si sea, quizá quiera ser lo que ahora soy: ¡Pensando ser lo que quiero ser, sin saber lo que soy!

Fermín Molina Vargas

martes, 29 de abril de 2014

El Barril



Cuento publicado el domingo 27 de abril de 2014 en el SUPLEMENTO LITERARIO del Diario La Libertad de Barranquilla

Una mañana perdida en el olvido, la reina de un gigantesco hormiguero laborioso, le dio vacaciones  a milena,  la hormiga más trabajadora que se haya visto en la clase Insecta, para que pasara unos días de descanso en las atractivas playas del  Caribe acogedor.
Nuestra hormiga milena,  de inmediato se fue a un gran centro comercial. Compró cremas bronceadoras, gafas para el sol, una enorme toalla y algunos accesorios apropiados para el descanso codiciado. Y partió ligerita,  sonriente para la agradable bahía de Santa Verónica donde se confundió con turistas llegados de los cuatro puntos cardinales. Para mal de sus antojos,  se sintió incómoda con tantos bañistas. Buscó un sitio solo y apartado donde podía bañarse sin mirones a la vista, observar el panorama, untarse cremas y recibir cómodamente en su espalda los rayos solares. Al rato, cuando quiso acomodarse cara al cielo miró, de improviso, al inmenso mar y sorprendida vio que las olas empujaban hacia la playa un enorme barril jamás visto por ojo himenóptero.
Cuando aquel barril llegó a tierra, milena vio que estaba herméticamente sellado y tenía unos letreros grabados en mayúsculas. Como no sabía leer, porque nunca fue a la escuela por estar dedicada desde niña al arduo trabajo, pensó en voz alta:
-          Debe ser melaza lo que contiene este barril y con ella se alimentarán, de por vida,  todas mis hermanas del hormiguero… ¿Pero cómo lo llevaré a casa si es muy grande y pesado?
En esas estaba con sus cavilaciones cuando llegó a curiosear la avispa melusa que intrigada le preguntó:
-          ¿Y este barril? ¿De dónde lo trajiste? ¿Por qué lo tienes aquí en la playa? ¿Qué contiene?
-          Este barril lo sacaron a tierra firme las olas del mar y, como no sé leer, quisiera saber qué dice lo escrito en él, porque pienso que debe contener melaza extraída de los mejores cañaverales conocidos del planeta y quiero me leas para estar segura de su contenido. – Insinuó hormiga milena. –  
-          Qué tristeza amiga mía, yo tampoco sé leer porque nunca fui a la escuela por andar de pizpireta y vivaracha, pero creo que el contenido no es melaza sino fina miel fabricada por mis parientas las abejas de los floridos prados del edén. – Dijo la avispa melusa pensando que tendría perdurable miel para su exigente paladar. –  
De pronto, revoloteando,  apareció  con su impertinencia la mosca melisca  que preguntó con mucha burla y picardía:
-          ¿Y ustedes dos qué hacen ahí mirando lo que no les pertenece?
-          Esto que tú ves es un barril y me pertenece porque lo vi salir del mar y, además,  creo que contiene melaza – Dijo la hormiga milena con mucha humildad. –
-          ¿Tuyo? ¿Melaza? ¡Ni lo pienses!  Este barril no contiene melaza.  Tú no sabes leer, por lo tanto no puedes  descifrar lo que dice en las duelas y mi natural sentido me dice que contiene  miel y me pertenece;  y pido a Usted, mosca  melisca,  lea lo que dice en este barril para que nuestra amiga, la hormiga milena, sepa de una vez por todas que el contenido es miel y no melaza. – Espetó la avispa melusa –
-          ¡Qué pena con ustedes. – Respondió la mosca melisca –  A mí, por ser molestosa, impertinente y pesada,  no me aceptaron en la escuela y me da vergüenza decirle que tampoco sé leer! Es más, Me da lo mismo que contenga melaza o miel; ambos sabores son agradables a mi paladar.   Es aconsejable buscar a la mariposa melissa; ella es muy culta porque vive en jardines de doctores y letrados libando el dulce néctar de las flores, viste elegantemente y ella nos puede decir qué contiene el barril; además. deben saber que el barril no es de la una ni de la otra porque una vez destapado debe repartirse equitativamente y a mí me toca una parte por ser mediadora y consejera.
Y partieron, en vertiginoso vuelo avispa melusa y mosca melisca en busca de la mariposa melissa.  Hormiga milena, por no tener alas, se quedó cuidando el barril.
Después de un corto tiempo llegó mariposa melissa con su resplandeciente vestido multicolor; bailando en los aires el acompasado ritmo de un cadencioso vals imaginario. Se posó delicadamente para no ensuciar su vestimenta; orgullosamente abría y cerraba sus alas para mostrar los llamativos colores. Miró el barril y habló con propiedad:
-          Me siento complacida porque se han dignado consultarme sobre este caso, motivo de investigación, relacionado con  el imperativo interés por conocer a fondo lo que lleva guardado en su interior este voluminoso y descomunal recipiente llamado barril. Para iniciar,  se hace necesario comunicarles o informarles que, por ser tan vagarosa, vanidosa y creída no asistí a la escuela y me quedé sin aprender a leer; pero hay otra forma de averiguar  con certeza lo que nos motiva esclarecer en este momento: Si me abren el barril puedo precisar su contenido sin temor a equivocarme. Ya sé que ninguna de nosotras tiene la suficiente fuerza para destaparlo o llevarlo a la impenetrable y entronerada selva de “El Salao”, donde vive el astuto y sagaz  zorro “mielero” que conoce toda serie de artimañas para estos menesteres; por lo tanto, hay que contratar los servicios del escarabajo hércules para  transportarlo por esos caminos difíciles de transitar y no se les olvide que la consulta deben pagarla con una buena parte del contenido; además, tengo  la libertad de tomarlo en propiedad porque el sexto sentido me dice que contiene exquisito vino de los mejores viñedos andinos, que venderé al mejor postor y con el dinero plantaré un amplio jardín que florezca perennemente donde pueda degustar por siempre el apetitoso néctar de apetecidas flores.
Y contrataron al fornido escarabajo hércules con la promesa de entregarle una parte del misterioso contenido que llenaba de ilusiones a los codiciosos insectos iletrados que iniciaron su marcha hacia la espeluznante región selvática de “El Salao”. Discutían, sin ponerse de acuerdo. Todas se creían propietarias. Ninguna quería compartir e iban detrás del escarabajo hércules que, empujando el barril,  repetía una y otra vez:
-          No peleen tanto ni canten victoria porque este barril  no contiene melaza ni miel, que tampoco vino sino excelente petróleo extraído de las profundas entrañas de la madre tierra. Lo venderé a buen precio para comprar con los petrodólares una mansión con vista al mar, ir a la escuela, aprender a leer, dejar de trabajar en el fango y olvidarme del lodo y el estiércol donde  mis antepasados han vegetado a través de todos los tiempos.  
Llegando donde iban, encontraron al zorro “mielero” esperando en la puerta de su madriguera. Ya estaba enterado gracias a las informaciones obtenidas del colibrí florencio que estuvo espiando en el camino, interesado en obtener, a cualquier costo, el producto en contienda. El escarabajo hércules se retiró  a descansar un rato mientras el viejo zorro le daba vueltas y vueltas al barril, lo olfateaba una y otra vez, de lado a lado. Cansado de olfatear anunció con la seriedad propia de un zorro costeño que se respete: 
-          Esto me huele a barril vacío. Este armatoste está tan hueco como la cabeza de los que no estudian. Están perdiendo el tiempo discutiendo, pugnando, bregando,  aspirando a cosas  vanas e imposibles de alcanzar  por no saber leer y, como tampoco sé leer, les recomiendo que vayan donde el oso meloso que vive en la cima del Morro Ferú, él se los destapará porque tiene mucha fuerza muscular, allá sabrán de una vez la verdad y saldrán de la real duda que los confunde. Díganle que van de parte mía. No exijo honorarios porque no tienen con qué pagarme.
Cabizbajos partieron en busca del oso meloso. Era tarde y el sol se reía de los retardados transeúntes. Salieron de la tétrica selva y cruzaron los frescos arroyos del sendero; atravesaron la extensa llanura y comenzaron el ascenso del empinado Morro Ferú. El escarabajo hércules empujaba el pesado artefacto con dificultad y fuerza agotadora hasta llegar a la impresionante cima. Cuando vio que había ganado la cúspide, para descansar soltó el barril que rodó cuesta abajo cayendo al vacío y estrellándose contra un  encrestado arrecife del profundo mar. Todos quedaron apesarados, tristes y desencantados, porque se rompieron también todas las ilusiones sin saber qué contenía el barril y arrepentidos porque nunca fueron a la escuela se fueron a sus casas llorando sin consuelo.
Semanas después, el abuelo salió a darse un baño en una de las playas del Caribe y encontró algunas duelas rotas del famoso barril donde podía leerse claramente el siguiente aviso:

La vida es barril sellado
Y los libros son las duelas,
Que si no vas a la escuela
Te quedarás iletrado.
Siempre estarás apartado
De lo culto y lo selecto
De lo fino y de lo recto
Sin melaza y sin la miel,
Sin el vino del tonel.
Viviendo como un insecto

FERMIN MOLINA VARGAS
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