Fermín Molina Vargas

¿Me preguntas a qué me dedico?

- En verdad de verdad… yo me dedico a ser quien soy, sin saber qué debo hacer para ser quien debo ser en un futuro; siendo que soy, sin saber quién soy ni lo que debo hacer para ser lo que quiero ser cuando ya sea lo que no soy; y , cuando sea lo que no sé si sea, quizá quiera ser lo que ahora soy: ¡Pensando ser lo que quiero ser, sin saber lo que soy!

Fermín Molina Vargas

viernes, 17 de marzo de 2017

A la culta Erato de lodo


Versión para los moralistas

Si flores te alimenta la letrina
Las flores que almacena de los tuyos,
Come las flores del maldito orgullo,
Las flores  que entre flores  se cocinan.

Vive tus flores, flores tan cretinas,
Las flores de tu noche sin cocuyos,

Las flores de jardines sin capullos,  
Las flores  de tu lengua viperina.

Flores son  tu alimento preferido
Y son flores tu gozo consentido, 
Las mismas flores de tu puerca plaga

Con flores y más flores vivirás
Y en tus flores jamás olvidarás
Que no trago las flores que tú tragas

FERMIN MOLINA VARGAS
Derechos reservados



lunes, 13 de marzo de 2017

A la Erato de lodo

https://www.facebook.com/fermin.molinavargas

Si mierda te alimenta la letrina
Que la mierda almacena de los tuyos,
Come la mierda del maldito orgullo,
La mierda que en la mierda se cocina.

Vive tu mierda, mierda tan cretina,
La mierda de tu noche sin cocuyos,
La mierda de jardines sin capullos,   
La mierda de tu lengua viperina.

La mierda es tu alimento preferido
Y es la mierda tu gozo consentido,  
La misma mierda de tu puerca plaga

Mierda eres y en mierda vivirás
Y en tu mierda jamás olvidarás
Que me cago en la mierda que tú cagas

FERMIN MOLINA VARGAS

Derechos reservados

viernes, 30 de diciembre de 2016

TIEMPOS DE LA ALCARRAZA

EL NIÑO PERDIDO

Demetrio era un niño que,  aunque cantaba, silbaba, corría y jugaba como todos los niños, no era obediente ni le gustaba ir a la escuela. Pues bien, aquella mañana de un día olvidado por el tiempo, nuestro personaje, en vez de asistir a clases, dejó el maletín con los libros en el viejo parquecito del pueblo  y, cauchera en mano,  se marchó para el campo a dispararle a los alegres pajaritos y a pequeños e inocentes animalitos silvestres.

Olvidado del maletín,  de los libros y la escuela, nuestro pequeño cazador  se adentró en la selva, absorto y distraído en su ojeo; pero cuando quiso retornar al pueblo reventó en llanto al ver que había perdido el rumbo y no encontraba el camino de regreso. Cruzó  entronerados territorios, trepó empinados cerros y se perdió en la tétrica manigua llamando a gritos, una y otra vez,  a su mamá y a su papá.  Así, desesperadamente, se lo tragó la noche sin haber probado comida y ahogándose de la sed.

Entre tanto, en el pueblo la gente indagaba por Demetrio. Nadie lo había visto. Lo buscaron en la escuela, por las calles, en casa de los tíos y amigos; en las fincas aledañas, por los arroyos y, ya cansados de buscar, pidieron ayuda  al Alcalde Municipal, al sacerdote  del santísimo templo parroquial y fueron a la Inspección de Policía a denunciar la desaparición del niño.

Tomasa, la mamá, era un rosario de lágrimas y, casi a fritos, imploraba de rodillas al Dios de las alturas: “Padre Celestial, protege a mi niño de rayos, relámpagos y centellas de la impetuosa tormenta tropical; del colmillo de la serpiente venenosa; de la garra del felino hambriento; de picaduras de insectos ponzoñosos; de rasquiñas de plantas urticantes y de los misterios que la selva encierra. Te lo pido por los nueve meses de embarazo de la Santísima virgen María, por la sangre y los tres clavos de Cristo”.   

Cierto día del tiempo olvidado por los ancianos del pueblo, mientras el cura oficiaba en el templo y al momento de la homilía, cuando con voz ronca y cansina proponía a los fieles: “Todo aquel que informe dónde se encuentra el niño perdido será recompensado con tantas indulgencias cuantas sean necesarias. Corrijo, el niño no se ha perdido, el niño se encuentra extraviado”; llegó, como alma acosada por satanás, un aborigen que, golpeándose fuertemente el pecho con la palma de su mano derecha,  gritó en la puerta de la iglesia con una terrorífica voz salida del infierno:

- ¡He visto en terrenos de “La Patoquera” el fantasma del niño perdido!

Y cayó muerto bajo el campanario como un gran Filípides Mocaná, pues murió después de haber corrido cuarenta y dos kilómetros desde “La Patoquera” hasta el campanario de la iglesia del pueblo.  

Los feligreses confundidos, olvidándose del cura,  de la misa y del muerto; se desparramaron intempestivamente por los alrededores. El sacristán perdió el conocimiento y cayó de bruces.  Un gato negro salió en estampida del confesionario, pasó por debajo del púlpito, derribó unos candelabros y se metió en la sacristía. El cura, mirando al techo, sin dar la bendición y sin santiguarse  exclamó:

- ¡Avé María Purísima.!  – Y salió corriendo para encerrarse en la casa cural. 

Por muchos días, se sumió el pueblo en una taciturna quietud apropiada para alimentar soporíficas modorras  y parcas lentitudes. Sólo se hablaba de fantasmas, espantos, duendes y apariciones. Los niños no salían a la calle y asistían puntuales a la escuela con sus padres. Las amas de casa no abrían las puertas ni las ventanas de la calle. El pueblo parecía un pueblo fantasma. Los campesinos iban a sus labores con el credo en la boca, rosarios santificados y consagrados crucifijos.       
                                                                                                                                                                                      
El abuelo no era la excepción. Cierta mañana de cielos despejados ensilló su mulo castaño, se metió en el bolsillo de la camisa la estampita del Niño Jesús de Praga, elevó una congruente oración, montó en su bestia, se santiguó, levantó la frente y pensó en voz alta:  
  
-          Este pueblo hay que exorcizarlo.

Y partió en busca de su vaca “Flores Negras”, extraviada hacía días. Atravesó llanuras, valles, montañas, selvas, arroyos; que buscando y buscando llegó a un viejo y abandonado cambuche mocaná. Se apeó del noble animal y, en cuclillas,  se recostó a uno de los horcones con la intensión de probar un bocado de la poca provisión que llevaba en su mochila, consistente en un trozo de queso fresco y unas torrejas de bollo de yuca; cuando escuchó unos ronquidos provenientes del zarzo. Subió a él gracias a una rústica y deteriorada escalera que allí estaba e impresionado vio al fantasma del niño perdido que dormía profundamente.

Sobresaltado ante aquella espantosa visión,  se tiró del zarzo en un santiamén y cual centella en la tormenta montó en su mulo, lo taloneó y se alejó en estampida olvidándose de la mochila, del queso y el bollo. Cabalgó largo trecho con un incontrolable temblor en las manos que, frotándoselas fuertemente, se las pasó por la cara y reflexioné al momento:

-          ¡Caramba, los fantasmas no duermen!

Retornó al cambuche y volvió a subir al zarzo. Despertó al fantasma del niño con nerviosismo y mucha cautela. Lo llamó con voz frisada:

-          ¡Demetrio! ¡Demetrio! ¿Eres tú o eres un fantasma? ¿Estás vivo o estás muerto?
El niño estiró sus brazos, abrió los soñolientos ojos y despertando de su aletargado sueño, gritó con la alegría extraída de los recónditos rincones de la esperanza:

-          ¡Abuelo!

-          ¡Demetrio, eres tú hijo mío! ¡Tanto buscarte! ¡Te creíamos muerto! – Respondió el abuelo

El niño parecía un penitente con todo el cuerpo lleno de laceraciones y picaduras de insectos; el cabello le caía en los hombros, despeinado y sucio como su cuerpo; además, descalzo y harapiento.
El pequeñín montó en las ancas del mulo  y partieron como un rayo para el pueblo, donde fueron recibidos con temores y recelos porque pensaban que era el fantasma del niño perdido que iba con el abuelo sin ser visto. 

Llegaron a la casa y la madre los recibió con llanto emocionado, mientras el abuelo le hablaba en tono cordial:

-          Tomasa, aquí te traigo al niño perdido, lo encontré dormido en el zarzo de un cambuche mocaná, en los terrenos de “La Patoquera”.

-          Abuelo, con respeto le digo: el niño tiene nombre, se llama Demetrio y le doy las gracias por haberlo encontrado. – Le contestó la madre.

A la puerta de la calle se le puso tranca, porque todo el pueblo quería ver al niño perdido. Sólo al alcalde se le permitió entrar a verlo, quien peguntó:

-          Doña Tomasa ¿Y cómo está el niño perdido?

-          Señor alcalde, me hace el favor, el niño tiene nombre, se llama Demetrio y se encuentra bien. – Respondió Doña Tomasa.

Hoy, nadie sabe el nombre de nuestro personaje, todos lo conocen como El Niño Perdido.
Además, está viejo, sordo y ciego; no encontró pareja y vive arrepentido por no haber
asistido a la escuela.

Que no es cuento, que es verdad, porque me lo contaban los abuelos

Autor: FERMIN MOLINA VARGAS

            Derechos reservados 

domingo, 21 de agosto de 2016

A Juan de Acosta mi Pueblo natal

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En sus CXXIV aniversario de vida municipal.
Tomado de mi libro de poemas “Añoranzas”
____________________

Es mi noble pueblo tan alegre y tan sencillo
Que a la brega cantando temprano se levanta,
Y al impulso matinal que a la pereza espanta
Pellizca y prueba de la aurora su mejor brillo.

Libre, sin tapujo, sin querella ni martillo,
La paz en su seno reina. ¡Pura, Sacrosanta!
Y el futuro con amor y con fervor lo planta
Alejado del ocaso triste, sin portillos.

Por el campo vasto y fértil, al morir la queja,
Con trabajo fuerte de sus hombres bien dotados,
El progreso busca por senderos apretados.

… Y la brisa del Caribe la esperanza deja,
Y al pasar por la desnuda calle larga y vieja,
Besa el polvo que pisaron los antepasados.

FERMIN MOLINA VAGAS
Derechos reservados



viernes, 29 de julio de 2016

EL NIÑO PERDIDO



https://www.facebook.com/notes/fermin-molina-vargas/el-ni%C3%B1o-perdido/10157288147200268

Demetrio era un niño que,  aunque cantaba, silbaba, corría y jugaba como todos los niños, no era obediente ni le gustaba ir a la escuela. Pues bien, aquella mañana de un día olvidado por el tiempo, nuestro personaje, en vez de asistir a clases, dejó el maletín con los libros en el viejo parquecito del pueblo  y, cauchera en mano,  se marchó para el campo a dispararle a los alegres pajaritos y a pequeños e inocentes animalitos silvestres.
Olvidado del maletín,  de los libros y la escuela, nuestro pequeño cazador  se adentró en la selva, absorto y distraído en su ojeo; pero cuando quiso retornar al pueblo reventó en llanto al ver que había perdido el rumbo y no encontraba el camino de regreso. Cruzó  entronerados territorios, trepó empinados cerros y se perdió en la tétrica manigua llamando a gritos, una y otra vez,  a su mamá y a su papá.  Así, desesperadamente, se lo tragó la noche sin haber probado comida y ahogándose de la sed.
Entre tanto, en el pueblo la gente indagaba por Demetrio. Nadie lo había visto. Lo buscaron en la escuela, por las calles, en casa de los tíos y amigos; en las fincas aledañas, por los arroyos y, ya cansados de buscar, pidieron ayuda  al Alcalde Municipal, al sacerdote  del santísimo templo parroquial y fueron a la Inspección de Policía a denunciar la desaparición del niño.
Tomasa, la mamá, era un rosario de lágrimas y, casi a gritos, imploraba de rodillas al Dios de las alturas: “Padre Celestial, protege a mi niño de rayos, relámpagos y centellas de la impetuosa tormenta tropical; del colmillo de la serpiente venenosa; de la garra del felino hambriento; de picaduras de insectos ponzoñosos; de rasquiñas de plantas urticantes y de los misterios que la selva encierra. Te lo pido por los nueve meses de embarazo de la Santísima virgen María, por la sangre y los tres clavos de Cristo”.   
Cierto día del tiempo olvidado por los ancianos del pueblo, mientras el cura oficiaba en el templo y al momento de la homilía, cuando con voz ronca y cansina proponía a los fieles: “Todo aquel que informe dónde se encuentra el niño perdido será recompensado con tantas indulgencias cuantas sean necesarias. Corrijo, el niño no se ha perdido, el niño se encuentra extraviado”; llegó, como alma acosada por satanás, un aborigen que, golpeándose fuertemente el pecho con la palma de su mano derecha,  gritó en la puerta de la iglesia con una terrorífica voz salida del infierno:
¡He visto en terrenos de “La Patoquera” el fantasma del niño perdido!
Y cayó muerto bajo el campanario como un gran Filípides Mocaná, pues murió después de haber corrido cuarenta y dos kilómetros desde “La Patoquera” hasta el campanario de la iglesia del pueblo.  
Los feligreses confundidos, olvidándose del cura,  de la misa y del muerto; se desparramaron intempestivamente por los alrededores. El sacristán perdió el conocimiento y cayó de bruces.  Un gato negro salió en estampida del confesionario, pasó por debajo del púlpito y se metió en la sacristía. El cura, mirando al techo, sin dar la bendición y sin santiguarse  exclamó:
¡Avé María Purísima.  – Y salió corriendo para encerrarse en la casa cural. 
Por muchos días, se sumió el pueblo en una taciturna quietud apropiada para alimentar soporíficas modorras  y parcas lentitudes. Sólo se hablaba de fantasmas, espantos, duendes y apariciones. Los niños no salían a la calle y asistían puntuales a la escuela con sus padres. Las amas de casa no abrían las puertas ni las ventanas de la calle. El pueblo parecía un pueblo fantasma. Los campesinos iban a sus labores con el credo en la boca, rosarios santificados y consagrados crucifijos. 
      

El abuelo no era la excepción. Cierta mañana de cielos despejados ensilló su mulo castaño, se metió en el bolsillo de la camisa la estampita del Niño Jesús de Praga, elevó una congruente oración, montó en su bestia, se santiguó, levantó la frente y pensó en voz alta:    
Este pueblo hay que exorcizarlo.
Y partió en busca de su vaca “Flores Negras”, extraviada hacía días. Atravesó llanuras, valles, montañas, selvas, arroyos; que buscando y buscando llegó a un viejo y abandonado cambuche mocaná. Se apeó del noble animal y, en cuclillas,  se recostó a uno de los horcones con la intensión de probar un bocado de la poca provisión que llevaba en su mochila, consistente en un trozo de queso fresco y unas torrejas de bollo de yuca; cuando escuchó unos ronquidos provenientes del zarzo. Subió a él gracias a una rústica y deteriorada escalera que allí estaba e impresionado vio al fantasma del niño perdido que dormía profundamente.
Sobresaltado ante aquella espantosa visión,  se tiró del zarzo en un santiamén y cual centella en la tormenta montó en su mulo, lo taloneó y se alejó en estampida olvidándose de la mochila, del queso y el bollo. Cabalgó largo trecho con un incontrolable temblor en las manos que, frotándoselas fuertemente, se las pasó por la cara y reflexioné al momento:
-          ¡Caramba, los fantasmas no duermen!
Retornó al cambuche y volvió a subir al zarzo. Despertó al fantasma del niño con nerviosismo y mucha cautela. Lo llamó con voz frisada:
-          ¡Demetrio! ¡Demetrio! ¿Eres tú o eres un fantasma? ¿Estás vivo o estás muerto?
El niño estiró sus brazos, abrió los soñolientos ojos y despertando de su aletargado sueño, gritó con la alegría extraída de los recónditos rincones de la esperanza:
-          ¡Abuelo!
-          ¡Demetrio, eres tú hijo mío! ¡Tanto buscarte! ¡Te creíamos muerto! – Respondió el abuelo
El niño parecía un penitente con todo el cuerpo lleno de laceraciones y picaduras de insectos; el cabello le caía en los hombros, despeinado y sucio como su cuerpo; además, descalzo y harapiento.
El pequeñín montó en las ancas del mulo  y partieron como un rayo para el pueblo, donde fueron recibidos con temores y recelos porque pensaban que era el fantasma del niño perdido que iba con el abuelo sin ser visto. 
Llegaron a la casa y la madre los recibió con llanto emocionado, mientras el abuelo le hablaba en tono cordial:
-          Tomasa, aquí te traigo el niño perdido, lo encontré dormido en el zarzo de un cambuche mocaná, en los terrenos de “La Patoquera”.
-          Abuelo, con respeto le digo: el niño tiene nombre, se llama Demetrio y le doy las gracias por haberlo encontrado. – Le contestó la madre.
A la puerta de la calle se le puso tranca, porque todo el pueblo quería ver al niño perdido. Sólo al alcalde se le permitió entrar a verlo, quien peguntó:
-          Doña Tomasa ¿Y cómo está el niño perdido?
-          Señor alcalde, me hace el favor, el niño tiene nombre, se llama Demetrio y se encuentra bien. – Respondió Doña Tomasa.
Hoy, nadie sabe el nombre de nuestro personaje, todos lo conocen como El Niño Perdido. Además, está viejo, sordo y ciego; no encontró pareja y vive arrepentido por no haber asistido a la escuela. 

Autor: FERMIN MOLINA VARGAS

            Derechos reservados

sábado, 2 de enero de 2016

Lamento tardío

Y adolorido por perdidos amores...
Mi alma buscaba el cielo
Y el cielo buscaba mi alma...

El tiempo quiso detenerse
En una esquina de mi presente
Y se fue hastiado por despechos  
Que flotan en la estela del pasado...

Vi pasar los tabúes de tus proscritas lunas 
Que se diluyeron entre albores
De vedadas y ocultas pasiones

Quise capturar el último suspiro
Que se quedó con tu beso estancado
En pretéritos amores escondidos...

No sé si estoy muerto en vida
O me están matando tus recuerdos...

Dios cuida mis huellas
Y mis pasos siguen el camino indicado...
Pienso que estoy contigo y tú conmigo no...
Pero nuestro Padre Eterno está presente

Hoy, sólo estoy con Dios. ¿Y tú?


FERMIN MOLINA VARGAS
Derechos reservados
















Óleo del pintor hiperrealista 
colombiano Osvaldo Cantillo Rojas








viernes, 6 de noviembre de 2015

EL ROBLE

Lo he visto florecer bajo la luna
Alcahuete de amores escondidos.
 Lo he visto vanidoso, enternecido
Guardando  caricias, una por una  

Y entregar sombra fresca y oportuna
Para sentir los  besos  permitidos
Que ofrecen los labios consentidos
De la pasión que el corazón acuna

Y lo he visto inmutable en la tormenta
Al momento  que en  la quietud revienta
Viva centella  que al respeto llama.

Y en líricos momentos soñadores
Percibo la fragancia de sus flores
En el firme larguero de mi cama  

FERMÍN MOLINA VARGAS

Derechos reservados
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martes, 3 de noviembre de 2015

HACIA EL ÚLTIMO PASO


Con paso  firme y ondeando pendones
Llega  la aurora que inicia  caminos
Dando a los seres alegres  pininos,
Y abriendo sendas con muchas razones…

¡Oh mañana, repleta de canciones,
De amores,  de pétalos y de trinos
De jolgorios, de mieles y de vinos,
De tesones, entregas e ilusiones   

Y la tarde que avanza en el declive
Hacia el frígido ocaso que recibe  
Con molesto paso, cansino y lerdo

Y al vuelo del tiempo que nos castiga
Llega la noche cargando fatigas
Y apagando la luz de los recuerdos

FERMIN MOLINA VARGAS
Derechos reservados                     

martes, 24 de marzo de 2015

Muerte de un campesino


Murió Rafael Antonio…
Lo mataron oscuros  batidores          
Que escupen Ráfagas                  
De  órdenes criminales.

Mataron a Rafael  Antonio
Sembrando en el surco
La  última esperanza

Mataron a Rafael Antonio
Y enmudeció  en la selva
El golpe de hacha que retumba
En el corazón de sus manos yertas

Mataron a  Rafael Antonio
Y su piel olvidada
Por imperativos  emporios  boyantes     
Ya no vierte manantiales
Del fatigoso esfuerzo    

Mataron a Rafael Antonio
Con su mirada perdida
Entre nostalgias e ilusiones,    
Hastiado de mentiras y promesas
¡De ayudas que nunca llegaron!

Mataron a Rafael Antonio
Y en los valles del Magdalena
Silenciaron los tambores de Jorge Artel

Mataron a Rafael Antonio
Y en el espacioso Caribe, emerge   
El fantasma de Candelario,
Evocando en noches sin estrellas
La dolida Canción Del Boga Ausente:
“Qué trite que etá la noche”…
¡Qué triste que está la noche
De mi Colombia ultrajada!

Mataron  Rafael Antonio.
Víctima de ajenos odios
Y venganzas desconocidas;
De ambiciones arrinconadas
Y de patria enceguecida

Mataron a Rafael Antonio…
Rodó cuesta abajo
Y su cuerpo se empapó
Con los cristales que mitigaban
Los soles de su jornada

Mataron a Rafael  Antonio
Y su sangre se fue con el río
Hacia el quejumbroso mar
Del amargo   llanto de sus hijos

¡Mataron a Rafael Antonio!

FERMÍN MOLINA VARGAS
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Derechos reservados 

sábado, 14 de marzo de 2015

Temblores


Cuando tiembla la tierra, invade el terror.                         
Tiembla el febril niño y la casta doncella.                                        
Tiembla en el cielo la rutilante la estrella.                                                                             
Tiembla la monja y bendito pecador…    

Al llegar el colibrí tiembla la flor.
Tiembla la selva al retumbar la centella.
Y al temblor fugaz de ardorosa morcella, 
Tiembla la pasión cuando subo tu alcor.

Tiemblan los labios en duraderos besos…
Si pupila tiembla al llegar los excesos 
Tiemblan  temblores que conquistan la meta       

Y se percibe el temblor de la victoria
En el temblor excitante de la gloria  
Cuando tiemblo en  tu entrega  y tiemblas completa    

FERMÍN MOLINA VARGAS

Derechos reservados                                                                                 

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jueves, 5 de marzo de 2015

Los pecados de un levita

Cabizbajo y sumido en  su pensamiento,
En la playa, un levita sin pectoral,
Prometiéndose  sacra  vida formal
Que sin violar el noveno mandamiento                   

Iba solitario con su paso lento;
Y, en las olas, una ninfa  escultural
Ofreciéndole amor y acceso carnal,
Sonriente,  lo llamó para darle aliento

Él, olvidando pecado y castidad:
Promesa, juramento y eternidad   
Con un deseo ardiente  a la hetaira miró.

Y al tener a la vista el  campo servido 
Libre de ataduras se quitó el vestido
Y ausente de Dios, en el  mar se tiró

FERMÍN MOLINA VARGAS

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sábado, 28 de febrero de 2015

La Tentación del Cadenal


Disfrutando el Mar Caribe colosal  
Con agradables cocteles y picadas,
Entre  oceánidas de atrayentes miradas
Me tentó la Tentación del Cardenal

Y corrió por mi cerebro un vendaval
Que me arrancó de la cristalina rada
Llevándome por calles engalanadas
Hasta llegar a un estudio señorial                                              

…Y el maestro me ha mostrado en el desvelo
A un  ladino cardenal con gran revuelo
Pretendiendo a su nereida  requebrar… 

… He pensado  con sorpresa y confundido
Que si el poeta con la musa busca el nido
Con su pluma el cardenal quiere anidar

FERMIN MOLINA VARGAS

Derechos reservados 

jueves, 12 de febrero de 2015

¿Pretensiones?

Lamidos por el viento;
Mujer de ojos repletos
De anhelantes auroras;
Mujer de labios cargados
De seductoras sonrisas;
Mujer de senos ardientes 
Cual  volcanes andinos;
Mujer de piel escondida
De arteras miradas;
Mujer de sacras entrañas
Que esperan latentes
Conquistas de cama
De hamaca y de coy.  

¡Yo soy el llano!
¡Yo soy  los Andes
Y el Amazonas ¡
¡Soy  el Pacífico,
Y el Caribe soy!
…Y en pos de ti
Con mi locura voy

Y en tu cabellera suelta se enredará
La selvática serpiente de mis pecados

En tus diáfanas pupilas tristes, se mirarán
Los ardorosos lagartos de mis vertientes

En tus labios de abundante miel  se agitará
El implacable enjambre  de mis férvidos volcanes 

En tus dorados y torneados pezones se extasiará
La  insaciable ventregada  de mis fértiles llanuras   

En tu candorosa piel de pasto seco relincharán 
Las sicalípticas pasiones de mis verdes prados

Y en el sacro túnel de tus vírgenes entrañas, rugirá
El indomable jaguar de mis montañas

FERMIN MOLINA VARGAS

Derechos reservados

jueves, 29 de enero de 2015

Clásicos rompe hamacas

Cuando quieras descansar,
Una hamaca has de guindar
Si te crees  trabajador.
Guíndala en el corredor
Que en el cuarto, que en la sala
Que en terrazas o antesala
En cocinas o en el baño
Porque  nunca te hace daño
Y el sueño no se regala

En la hamaca duerme el flaco
Los herejes y los legos
Duerme el sordo, duerme el ciego
El costeño y el cachaco.
Duerme el probo, duerme el caco
Millonarios y pobretes
Jornaleros sin machetes
El buen cura y religiosa
Las morenas y pecosas
Debilucho y regordete

Duerme el santo pecador
Duerme el culto, el ignorante.
Duerme el poeta y el cantante
El abstemio y bebedor…
En la hamaca el vendedor
Sueña en su efímero ingreso   
Y soñando en el regreso
De la que no volverá
Pues seguro  perderá
El engañado travieso

Y aquel que se cree campeón
Por siempre yace en la hamaca
Y aunque no tenga resaca
Se  duermo como un  león
Y sueña  con la ilusión
De amontonar el dinero.
Además, le soy sincero:
Quiere meterse en la lista
De aquel que siempre conquista
Riqueza, fama y pandero

Que mi sobrino el rector
Olvidando rectorías
Se acomoda cada día
En chinchorro soñador
Y mi primo el profesor
Quien vive en segundo piso
En su hamaca sin preaviso
Embelesado  se mece.
Y si el silencio aparece
Se aletarga  de improviso

Con la cerveza en la mano
Esta  persona sencilla
En su finca “Zuzonilla”
Se adormila  campechano
Es un primo noble y sano
Que goza de su pensión
Sin premuras ni presión
En hamaca y con pimienta
Buena esposa que alimenta
Galbanas  con ilusión.

Un excelente abogado
Que vive en corregimiento
Se recuesta muy contento
Al sentirse fatigado
En chinchorros paleteados 
La  política no olvida
Y  la brisa lo convida
En los tiempos de elección.
Y duerme con la ilusión
De un desquite en la partida.

Matemático excelente
Amante de geometría
Permanece  noche y día
En su hamaca reluciente
Y  su cisco permanente
De crítico  y luchador.
Es del frágil defensor
Imponiendo pensamientos
Que aprovechando momentos
Se mece en el corredor.

Y sus dedos tan pequeños
Que lleva en su fuerte mano
Son pedidos de antemano
Por amable y por risueño
Del negocio siendo dueño
No le llega por montón
El dinero que a pulmón
El estómago se empaca
Y es por eso que en la hamaca
Se le rompe el corazón

Fray domingo dulce playa.
Del Caribe, grato mar,
Donde van a descansar
Personajes de gran talla.
Entre hamaca y atarraya
Dos ilustres pensionados
Biólogo y fiel magistrado
Disfrutando  aquel remanso
El retiro y el descanso
En chinchorros han guindado

Y en su hamaca paleteada
El Negro Julio descansa
Olvidando la tardanza
Para encontrar su tonada
Busca melodías soñadas
En extraño pentagrama.
Y en su mente se derrama
Como cerveza en el vaso
La musa con gran chispazo
Que la nota desparrama 

Y al primo Alfonso Molina
Le gusta leer en la hamaca
Tantos libros de petacas
Con olor a naftalina
Su lectura tan cansina
Buscando palabrerías
Para rimar su poesía
Le embota el entendimiento…
Y si  sopla el suave viento
Lo duerme sabiduría…

Si digo ¡Qué mundo ingrato!
Y una foto lo desmiente
Parezco bello durmiente
En un kiosco de alto estrato.
Que  duermo  de rato en rato
En mañanas  y en la siesta
Mi descanso lo hago fiesta
Para olvidar la pobreza
Yo sueño con la riqueza
Y soñar nada me cuesta

FERMIN MOLINA VARGAS

Derechos reservados

viernes, 7 de noviembre de 2014

Realidad

“Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Jesús de Nazaret – Juan 14, 14) 

Quien se olvida del  CREADOR
En difíciles momentos
Vivirá con su tormento
Amargado y con dolor.

Quien se acuerda  del SEÑOR
Al pasar el suave viento
Se llenará de contento
Y firmeza con amor   

Y en donde quiera que estés,
Si cayeres en revés
O  encuentres un barrabás:

Doy  consejo grato y bueno:
En nombre del Nazareno
Se retira satanás  

FERMÍN MOLINA VARGAS

Derechos reservados

jueves, 30 de octubre de 2014

PROPÓSITO

Hoy he querido robarte
Las perlas de tu sonrisa
Y traerlas en la brisa
Para adornar mi estandarte

He  querido conquistarte 
Y empotrarte  en mi repisa  
Que  retardando  la prisa
Vivir para contemplarte

Y  quisiera regalarte
Las fragancias de melisa
¡Los  perfumes de artemisa!

Y de mi mundo mostrarte   
Los  anhelos de adorarte…
¡… Mis quimeras con premisas!

FERMIN MOLINA VARGAS

Derechos reservados